¿Por qué la educación financiera de hombres y mujeres es diferente?
En la esfera financiera internacional, la brecha entre las actitudes, intereses y competencias financieras de hombres y mujeres ha sido ampliamente estudiada. En este contexto, surge la necesidad de conocer y explicar las deudas que la educación financiera tiene para con las mujeres, cuáles son los conocimientos financieros más inaccesibles para ellas y por qué esto ha sido así históricamente.
Frente a este panorama, promover una educación financiera para mujeres se vuelve crucial para cerrar la brecha y empoderarlas en la toma de decisiones económicas.
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La principal razón de la brecha de género entre el conocimiento financiero de hombres y mujeres apunta a la educación. Las diferentes normas y roles sociales asignan a las mujeres un papel más tradicional y limitado, lo que inhibe su aprendizaje y el desarrollo de habilidades necesarias para la toma de decisiones financieras, y para el correcto uso y control del dinero.
Los principales puntos a considerar para abordar este problema son:
Nivel educativo
La mayoría de los estudios vinculan los niveles educativos más altos con más y mejores conocimientos financieros. Es claro que, si los niveles educativos más altos están destinados tradicionalmente para los hombres, serán ellos quienes pueden acceder a una mejor educación financiera. Los roles socialmente asignados limitan el acceso de las mujeres al conocimiento financiero al que sí pueden acceder los hombres.
El riesgo es masculino
El riesgo es una actividad tradicionalmente percibida como masculina. Los hombres están más preparados para asumir los riesgos de las actividades financieras que las mujeres, lo que, evidentemente, se relaciona con una mayor educación financiera para ellos que para ellas.
Desconfianza financiera
Que el riesgo sea percibido como masculino, implica que los hombres se sienten más seguros y confiados para realizar actividades financieras. Las mujeres suelen ser más conservadoras y menos decididas en estos temas.
Prudencia financiera
Tradicionalmente se percibe a las mujeres como cuidadosas y prudentes, justamente las características opuestas al riesgo y la aventura que distinguen a la actividad financiera. Al estar vinculadas al cuidado, la maternidad y la crianza, las mujeres suelen ser más precavidas y previsoras, pensando constantemente en las necesidades de sus hogares e hijos, de lo que podemos concluir que ellas son más propensas a la disciplina y a un control más exhaustivo de los gastos personales y familiares.
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El hogar es femenino
Es paradójico que, a pesar de que la educación financiera para las mujeres ha sido más deficiente, sean ellas quienes dominan las finanzas familiares y del hogar.
Esto se da porque las finanzas personales y familiares están más asociadas a la prudencia y el cuidado y menos al riesgo. Llevar las cuentas y finanzas de un hogar es una actividad sumamente conservadora, por lo que tradicionalmente se asocia a ellas. Así, el hogar y sus finanzas son terreno femenino.
Interés financiero
El interés en las actividades financieras se vincula con una cultura puramente masculina, no sólo desde la educación tradicional, sino desde la comunicación y los roles asignados en sus medios masivos. No pensamos en corredoras de bolsa, ni en negociadoras, esos roles están automáticamente asociados a la masculinidad en nuestra cultura.
Experiencia financiera
Claramente, la experiencia financiera de los hombres es superior a la de las mujeres, este hecho, como ya hemos visto, se relaciona con la concepción tradicional de los roles de género y con el mayor acceso de los hombres a la educación financiera y, por lo tanto, una mayor cercanía cultural con ese tipo de actividades.
Todos estos puntos pueden ayudarnos a reflexionar sobre la importancia de la educación financiera en las mujeres y la brecha que existe entre los géneros respecto a ella. La inequidad se presenta en muchos ámbitos y la desigualdad en el acceso a educación financiera afecta directamente la autoestima, dignidad, autonomía y realización de las mujeres.
Uno de los principales retos de la educación financiera para las mujeres, es que ésta llegue a ellas, y así puedan desarrollar recursos, herramientas y habilidades competitivas que contribuyan a reducir y, eventualmente, desaparecer la brecha de género en el acceso a la educación y actividades financieras.
Una perspectiva de género nos puede permitir ser sensibles ante el hecho de que las mujeres, por su educación y roles tradicionales, son más susceptibles al desempleo y la informalidad, lo que convierte en una tarea urgente enfocar la educación financiera y su acceso a subsanar estas inequidades históricas.
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