Conclusión
En la vida el fracaso es tan inevitable y necesario como respirar. Es sinónimo de aprendizaje, por eso, en lugar de temerle, evitarlo a toda costa y vivir infelices toda nuestra corta vida, debemos trascender ese miedo y resignificarlo para que, cuando aparezca, se vea más como una oportunidad de crecimiento, y menos como una derrota absoluta.
La resiliencia es una habilidad esencial para afrontar y dar nuevo significado a los cambios. Es una capacidad que puede desarrollarse y fortalecerse a lo largo de la experiencia personal, y resulta fundamental promoverla desde la educación temprana. De este modo, contribuimos a formar personas más equilibradas, felices y con menos miedos y frustraciones frente a los desafíos de la vida.
¡Cuántas cosas maravillosas nos habríamos perdido si sus autores se hubieran rendido después del primer intento!
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